En una era en la que la salud mental deja necesariamente de ser un tabú, entender qué es una psicoterapia se vuelve imprescindible. ¿Por qué? Porque si comprendemos de qué se trata vamos a poder limpiarla de vicios y mitos y encontrar una opción de ayuda para mejorar nuestro bienestar.
Y es que está claro que la salud mental es, ante todo, salud. Si tenemos esto claro podemos asimilar más rápido que como cualquier otro problema de salud, necesita tratamiento.
La psicoterapia es justamente un proceso de tratamiento que implica la conversación entre un terapeuta y un paciente con el objetivo de abordar los problemas que el paciente pueda estar atravesando. Conflictos emocionales, laborales, de socialización, personales e incluso en relación a otros.
El objetivo principal, es que el paciente pueda comprender sus propios pensamientos y emociones, incluso en algunos casos entender de dónde nacen ciertos síntomas (pánico, miedo, angustia, ansiedad, entre miles que a veces naturalizamos sin ocuparnos de resolverlos). Luego, a partir del autoconocimiento, el tratamiento guiará al individuo a crear aquellas herramientas necesarias para poder mejorar su calidad de vida.
Las psicoterapias se diferencian entre sí a partir de la teoría psicológica en la que están erigidas. Siempre debe ser brindada por un profesional de la salud mental, ya sean psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales clínicos.
¿De qué depende qué psicoterapia es mejor para cada persona?
De las necesidades individuales del paciente. Por eso es indispensable que encuentres al terapeuta adecuado quien evualuará el tipo de tratamiento requerido.
¿Cuándo es necesario acudir a la ayuda psicoterapéutica?
La respuesta más fácil es: cuando sientes que lo necesitas. El problema es que un paciente con síntomas viviendo en una sociedad en la que los prejuicios todavía abundan, no siempre puede identificar esa necesidad. Por lo que la respuesta más práctica termina volviéndose una reflexión:
¿Sientes miedo ante situaciones que antes no te provocaban temor? ¿Sientes ansiedad frente a situaciones de cambios, desafíos, problemas? ¿Sientes que no puedes explicar bien la angustia o identificar los motivos que la provocan?
Como estas preguntas podríamos escribir miles más. Y es que el punto en cuestión es que si sientes que algo va mal, hacia adentro, y que no puedes resolverlo solo ni en una conversación con cercanos, lo mejor es pedir ayuda y permitirte recibirla. No ignorar esas señales es lo mejor que puedes hacer por tí mismo. Pensamientos negativos, inseguridad, o nos sentimos desmotivados, la sensación de estar estancado, son indicadores de que algo no va bien.
¿Cuántos tipos de terapia existen y cómo saber cuál es la mejor para mi?
La psicoterapia es llevada a cabo por un psicólogo, en algunos casos en conjunto con un médico psiquiatra [si se llegara a necesitar medicación], pero cada profesional la aborda desde distintas perspectivas teóricas y prácticas que tratan los problemas de manera diferente.
Terapia cognitivo-conductual
Es un modelo que busca tratar los problemas causados por creencias disfuncionales, aprendidas durante la infancia y adolescencia, las cuales, una vez llegada la adultez, se convierten en emociones y conductas desadaptativas. Esto puede hacer que percibamos o interpretemos la realidad de una forma que nos causa malestar y en terapia lo trabajamos para mejorar.
Psicoanálisis
La terapia psicoanalítica se encarga de traer a la conciencia los conflictos inconscientes a través de la asociación libre, la interpretación de los sueños y los actos fallidos que se van suscitando. El paciente puede expresar durante los encuentros sus ideas, pensamientos y emociones. Esto posibilita al psicoanalista trabajar junto al paciente en mejorar el malestar.
Método humanista
Este tipo de terapia se enfoca en la importancia de ser tu verdadero yo, para poder llevar una vida plena y satisfactoria. Lo que se busca es desarrollar la autoaceptación y trabajar en la superación de las críticas propias y ajenas. El terapeuta proporciona al paciente un espacio de apoyo, empatía y confianza para que se sienta libre de expresar sentimientos que no serán juzgados.
Terapia gestalt
Este método se centra en la conciencia de uno mismo, en el presente, aquí y ahora. La palabra “gestalt” viene del alemán y no tiene traducción precisa al castellano, pero expresa la idea de forma o contorno, y sugiere que la totalidad de algo es mayor a la suma de sus partes. Esto permite al paciente comprender cómo están interrelacionados sus sentimientos, pensamientos y comportamientos, a fin de identificar el origen del malestar o desequilibrio.
Terapia sistémica
Este enfoque da especial relevancia a las relaciones de las personas y lo que de ellas surge de manera sistémica e integradora. En esta terapia se ve al individuo y su contexto como parte de un sistema que afecta de diversas formas a la persona y se debe ver de manera completa, para entender lo que ocurre e intentar aminorar los efectos.

La elección de la psicoterapia adecuada depende de una variedad de factores, incluyendo las necesidades individuales, preferencias personales, objetivos terapéuticos y la naturaleza de los problemas que el paciente esté enfrentando. Un paso importante es hablar con terapeuta para obtener una evaluación completa de tus necesidades y recomendaciones sobre qué tipo de terapia podría serte más útil. En esa conversación podrán juntos considerar tus objetivos y determinar el mejor enfoque.
Luego, este profesional te recomendará un psicoterapeuta que se adapte a esas necesidad, objetivos y que pueda brindarte ayuda. Y por supuesto, que funcione depende de que consigas sentirte cómodo y conectado con el terapeuta en cuestión. La relación terapéutica es un factor clave en el éxito de la terapia, por lo que es importante encontrar a alguien con quien te sientas seguro y en quien puedas confiar. ¿Y si no lo encuentras a la primera? Tal vez tengas que probar otro profesional e incluso otro enfoque. Hay que perderle el miedo a explotar hasta encontrar la persona y las técnicas adecuadas.
La terapia es uno de los procesos más personales e íntimos del mundo, por lo que aquello que puede funcionar para una persona puede no funcionar para otra. Las generalizaciones quedan fuera de este proceso de selección pues cada persona es un mundo y es necesario plantar esa bandera para avanzar sobre una construcción sólida.